Sabemos muy bien que uno no puede decir siempre la verdad. Ellos querían que yo la
dijera, pero es simplemente imposible. Nadie dice siempre la verdad. La verdad,
¡qué gran tesoro! ¿Hay que recordar cómo las religiones han vertido toneladas
de sangre a través de los siglos porque dicen tenerla? Creo que no, pero así
como se dice que la verdad es algo que muchos buscan diariamente en las páginas
de complejos libros, hay que decir otra cosa sobre la verdad: Es excepcional.
Son más las veces que uno miente que las que dice la verdad.
En
los negocios no se dice la verdad, en la política no se dice la verdad, en la
vida familiar no se dice la verdad, y así en casi todos los campos de la vida
humana. Ya dirán algunos que en realidad uno sí dice la verdad, sólo que a
medias; ¿pero qué es decir la verdad a medias? En mi opinión, es no decirla en
absoluto. Sólo en algunas partes podemos encontrar verdad pura. En el arte, por
ejemplo, se pueden encontrar las verdades más bellas y trágicas de la vida
humana, dichas sin rodeos por el creador de la obra, quien al hacerlo se libera
pero a su vez se expone al rechazo y a las acusaciones por parte de las
personas a las que el mensaje llegue.
Es
quizás en el arte genuino donde se puede decir la verdad sin vacilaciones, sin
restricción, todo por un sentido estético que busca tocar las fibras más finas
de nuestro ser. En el arte real, claro está, en el arte desinteresado, no en el
banal entretenimiento hecho con fines comerciales, no en esas canciones donde
quien escribe la letra y quien la canta son personas diferentes, unidas sólo
por un contrato, ¿qué verdad puede haber ahí? Esos son puros negocios, en los que
como ya dije, no es usual decir la verdad. Así las cosas, podemos decir que ni
siquiera en todo tipo de arte se puede decir la verdad.
Pocos
son los que le dicen al jefe que lo odian y que a la mierda con la puntualidad
y el buen servicio al público, pocos son los que llegan donde el mal profesor a
decirle lo aburrida e inútil que es su clase y lo tortuoso que es cada minuto
de esta, pocos son los que mandan a callar a sus amigos cuando empiezan a
contar historias que sinceramente no les interesan, pocos son los que dejan su
estado de malsana comodidad para luchar por una causa noble que sin duda es
arriesgada. En fin, son muy pocos los verdaderamente sinceros, pero en esta sociedad
de valores trastocados eso es apenas normal, no hay nada de extraño en que la
mayoría de nosotros hagamos parte de esto, la mayoría de veces hasta
inconscientemente.
Siendo
así, vemos que la verdad es excepcional y es peligrosa, algunos dicen que la
verdad nos hará libres, pero bueno, cada quien con sus creencias, yo por mi
parte veo más posible el hecho de que termines preso por decir la verdad, o
muerto.