miércoles, 25 de septiembre de 2013

Quieren que cambie el mundo con el estómago vacío.

Nacemos y crecemos. Al crecer, nos hacemos más realistas y le quitamos el tono ilusorio y fantástico a la vida que vivimos y al espacio donde nos ha tocado vivirla. Tal es el proceso de crecimiento de una persona común, ir concientizándose de que las cosas no van a suceder mágicamente y de que la sociedad transparente y amigable en la que creemos habitar, no es más que una utopía propia de la niñez.

Quienes habitamos el mundo, además de ser hostiles, somos incoherentes y apoyamos esa incoherencia y esa hipocresía universalmente para vivir de la más cómoda manera, criticando y juzgando los errores de los demás mientras que ocultamos los nuestros. Muy pocas veces damos la mano a los débiles porque estamos siempre ocupados buscando nuestro beneficio personal, lo cual es hasta normal; pero hay quienes, no contentos con esto, repudian al que se ve obligado a actuar mal para poder sobrevivir. Eso es, en mi opinión, lo más facilista e inconsciente que una persona puede hacer.

Los padres le dicen a sus hijos que actúen bien, los sacerdotes le dicen a los creyentes que actúen bien, los profesores le dicen a sus alumnos que actúen bien, los mandatarios le dicen a sus pueblos que actúen bien, pero ¿podrá un individuo actuar bien cuando no se le da lo necesario para que lo haga? ¿podrá obedecer las leyes cuando quienes las hacen son quienes las quebrantan más gravemente? ¿podrá trabajar para construir un mundo mejor cuando el mundo en el que vive se le presenta diariamente como un infierno?

Si obligar a alguien a hacer algo ya es negativo, imagínense lo que será obligar a alguien a hacer algo sin brindarle los medios para que lo haga. Quienes detentan el poder tienen de su lado una serie de fuerzas que son las que nos obligan física y mentalmente a hacer ciertas cosas y a no hacer otras.

La ley dice que robar es un delito y la policía está ahí para reprender al que roba; pero yo no me abstengo de robar por eso precisamente, sino porque realmente no lo necesito y porque algo en mi interior me dice que no debo. Por otro lado, un desempleado que tiene familia y uno de sus hijos padece de una enfermedad, ¿será que cuando se le presente la oportunidad de delinquir para ganar dinero, no lo hará? En la mayoría de los casos sí lo hará. Al carajo la ley, la moral y la persona que resulte afectada, este personaje va a hacer el mal porque necesita hacerlo, porque tiene una necesidad urgente y quienes deberían ayudarlo a satisfacerla, no lo hacen. Es así de sencillo.

Quien tenga la oportunidad de ser una buena persona, que lo sea; quien tenga los medios para cambiar el mundo, que lo cambie. Sé que personas que viven en situaciones similares a las mías, tendrán posibilidades de escoger lo que quieren ser, y cada quien también tendrá cierto grado de potestad sobre lo que hará. El gran problema reside en los que no tienen tal posibilidad, puesto que aunque haya quienes dicen que uno siempre puede elegir entre el bien y el mal, no es lo mismo elegir libremente que elegir con un gran peso encima.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Voy pa' la política.

Ya avisé en mi casa, voy a meterme en política. Creo que empezaré por la alcaldía de Barranquilla, o la Presidencia de la República, al parecer no importa porque si leemos el artículo 40 de la Constitución que dice al principio “Todo ciudadano tiene derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político …” nos haremos a la idea de que ya no estamos regidos por las monarquías de hace 5 siglos en las que un ciudadano común no podía ni imaginarse ocupando un cargo de gobernante, sino que nos hallamos en la más liberal y participativa de las democracias de Occidente.

Aunque estoy animado por mis planes, siento que no va a ser tan fácil como pensaba. Cuando le dije a mi papá que iba a meterme en ese cuento, empezó a hablarme de dinero para una campaña, de que necesitaba nosecuántos millones de pesos para tener un chance de quedar. Él sabe más de estas cosas que yo, pues apenas soy un principiante, pero ¿que me venga a decir que necesito tales cantidades de dinero para ocupar un puesto en política? ¡Me parece absurdo! Si el 54% de los asalariados en Colombia ganan un mínimo, ¿De donde van a sacar plata para la campaña? ¿Y qué decir de los que ganan menos de eso? Esos sí están rezagados al anonimato.

Me acechó entonces la siguiente pregunta: ¿Entonces los que entran en política son nada más los ricos? La respuesta es No. Si bien es cierto que para un rico sería más fácil entrar con éxito en la política, para nadie es un secreto que esto no es necesario, ya que para influir en las grandes decisiones no se necesita ostentar un cargo de elección popular, lo que se necesita (y qué fea es la realidad) es tener dinero suficiente para comprar a quienes ostentan tales cargos y dignidades, quienes a cambio de jugosas sumas dinerarias están dispuestos a meterle el hombro a lo que Mr. Rico quiera que se haga.

¿Entonces los que entran en el juego no son más que vendidos en busca del lucro personal? La gran mayoría. Si no tienes dinero, piensa: ¿Crees que Mr. Rico te va a apoyar para tu campaña si tus intenciones son velar por el interés general de los colombianos, a tal punto que tengas que denunciar todas las cosas malas que él ha hecho? ¿De verdad crees que eso pasará? Aquí todo es con negocios, dando y dando, nada es gratis. Si el interés general no choca con el interés particular de los poderosos, alabado sea Dios; pero si chocan, de malas por el interés general porque lo más probable es que el particular se imponga.

¿Qué hacer entonces si se quiere estar en el juego pero no se tiene dinero y tampoco se quiere ser bandido? Difícil posición, pero igual puede intentarse. Si en verdad crees ser un alma incorruptible y transparente, probablemente el Capitolio y la Casa de Nariño no sean lugares para ti, no porque no lo merezcas sino porque para llegar a tales instancias es casi un requisito dejar de lado el pensamiento utópico y gran parte de la bondad y la honestidad.

El cuento de que todos tenemos derecho a elegir y ser elegidos tiene el mismo destino que la mayoría de los derechos que nuestra Constitución contempla: No se materializa. La política es reservada, es para los que tienen dinero y para los que están dispuestos a ensuciarse con todo el lodo del pantano, y no precisamente para los que tienen ideales firmes y rectos, ni para los que se sensibilizan por las más nobles causas. Estos últimos deben conformarse con la migajas de lo que algunos les den por compasión, mientras que los primeros disfrutan impávidos del festín que día a día nosotros dejamos que se coman.

++ Como Uribe, que va para el Senado, pero eso no es lo más triste, lo más triste es que por supuesto saldrá electo.
++ Como Santos y su nuevo Ministro de Agricultura, que ayer era gerente de una cuestionada empresa, y hoy es quien supuestamente va a mejorar la situación de los campesinos.