lunes, 20 de octubre de 2014

El dinero como medio y no como fin.

Es todavía palpable la reserva con la que la mayoría de las personas juzgan a quienes tienen en su vida como fin último la Riqueza, sobre todo cuando quien tiene esos deseos debe escalar bastante para alcanzarlos. Nada se le critica, irónicamente, a quien nació en cuna de oro y jamás ha tenido que mover un dedo para obtener las cosas de las que disfruta diariamente; pero a quien abiertamente muestre y materialice su deseo de ser un potentado, le espera una lluvia de injurias de las que sólo podrá salvarse si les hace caso omiso, puesto que nunca se sabrá a ciencia cierta si carecen o no de razón.

“Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el reino de Dios”. Esta frase de Mateo 19:24 probablemente sólo quiso condenar la avaricia de algunas personas; sin embargo, es esta la defensa a la que apelan muchos de los que tienen poco para condenar a los que tienen mucho. ¿Qué se logra, pues, con estas situaciones? Que se vea a la riqueza con aire de tabú, como algo a lo que se dirigen sólo personas sin escrúpulos y sin sentimientos altruístas hacia sus congéneres, o en su defecto, personas ordinarias sin nada en el cerebro y que sólo tienen apetitos para satisfacer.

En cierto modo, estos prejuicios de los que sufrimos encuentran asidero puesto que la mayoría de las veces podemos ver cómo la gente adinerada es dada al egoísmo, al vicio y al despilfarro, pero es ahí donde hago la siguiente pregunta: ¿Qué sería de ti si estuvieras en iguales condiciones que en las que están esas personas? ¿Acaso serías mejor o, por el contrario, sufrirías de los mismos defectos que ellos padecen? En este punto ya muchos miran hacia arriba con una sonrisa tímida, pero pocos responden con sinceridad a esa pregunta.

El problema con el dinero es, en mi opinión, que se tenga como un fin. Deseos de poseer y poseer ilimitadamente son los que seguramente terminan enfermando a la gente, puesto que se pierden los límites y ya nada parece suficiente. El individuo, en su incesante proceso de acumular, olvida para qué es que está acumulando, olvida el propósito, termina haciéndolo por inercia y esa ausencia de fin es lo que probablemente lo deja en el vacío, hastiado de no poder conseguirlo todo, pero es porque su mente jamás se hará a la idea de que lo tiene todo.

Caer en ese vicio, sin embargo, no supone mayor dificultad. El reto está, precisamente, en ser conscientes de que el dinero debe ser visto como un medio y no como un fin. ¿Medio para qué? Cada quien tendrá su respuesta, pero yo considero que es el medio más claro para obtener la Libertad. Las ataduras más fuertes están en nuestra mente, de ellas sólo nosotros podemos desprendernos y no hay dinero o poder que valga ahí; sin embargo, el mundo exterior sigue existiendo y en él hay creadas muchas ataduras y obstáculos de los cuales es preciso deshacerse pronto para obtener la mayor plenitud posible. Afortunadamente, tenemos el arma para lograr este cometido, y me parece que ya todos sabemos cuál es.

Nuestros pensamientos son miles, pero no valen nada si no los materializamos. Podemos tener los mejores y más geniales deseos, pero no valdrán nada si al final no los cumplimos. El dinero puede no serlo todo, pero usándolo adecuada e inteligentemente, puede ser cualquier cosa que queramos. Ya diría Borges en “El Zahir”: “El dinero es abstracto, el dinero es tiempo futuro. Puede ser una tarde en las afueras, puede ser música de Brahms, puede ser mapas, puede ser ajedrez, puede ser café (…)”, con lo que quiere significar que sólo nosotros sabremos cómo usarlo y de nosotros depende lo que de él obtengamos.


Disfrutar de la vida es aprender a aprovechar el valor de nuestro dinero. El mundo es un buen lugar para ir de compras”, propuso Hemingway en “Fiesta”, una novela en la cual el viaje y el ocio se apoderan del escenario y brindan una muy fresca imagen de lo que habrán sido la París y la Pamplona en los años 20. Dinero es eso: viajar por el mundo, conocer mucha gente, despertarse a la hora deseada, comer y divertirse donde a uno le plazca, ver muchas películas, escuchar muchos discos y leer muchos libros. Lo que siempre he dicho: El dinero es Libertad, y no considero que haya nada de malo con eso.