El hecho es que, mientras almorzaba, vi una propaganda
que decía “Avanzamos, Lo Logramos” y aparecía una bandera de Colombia y una
multitud celebrando con las camisetas de la selección puestas. Antes de ver a
la multitud de aficionados al fútbol, pensé: “Con esta propaganda cualquiera se
cree que el país está bien”, pero luego de verlos entendí que era un comercial
alusivo a la clasificación de Colombia al mundial de 2014. Me causó risa mi
pensamiento apresurado, pero después pensé que ese tipo efectos que las
propagandas tienen sobre una persona, pueden ser utilizados para fines no muy
puros.
Todos hemos experimentado cómo los comerciales y la
propaganda en general nos puede llevar a pensar o realizar cosas, a veces hasta
inconscientemente. Eso no tiene mayor discusión, pero quien sepa algo, por
ejemplo, del régimen nazi que se propagó por Europa en los años 30 y 40, sabrá
DE VERDAD la importancia que la propaganda tiene sobre las mentes de las
personas, y cómo puede ser usada por los poderes políticos para obtener apoyo
ciudadano y cumplir con todos sus fines, por viles que puedan estos ser. No cabe
duda que el poderío militar del nazismo lo llevó a tomar control de países
diferentes a Alemania, pero fue su maquinaria propagandística lo que lo llevó a
tales niveles de aceptación por parte de la comunidad e hicieron de Hitler el
personaje que es.
Por supuesto, el contexto de aquellos tiempos en Europa
no puede compararse con la actualidad de nuestro país, pero lo mencioné para
que veamos que la propaganda es mucho más que la risa que genera Open English o
la pena ajena que da al ver a Jorge Hané y su Reduce Fat Fast. La propaganda
(como cualquier otro contenido de los medios de comunicación) tiene un
propósito definido y por eso debe tomarse críticamente.
Es cierto que estamos en vísperas del mundial y que a la
selección Colombia le ha ido muy bien. Yo mismo, que no sé de fútbol y no lo
juego ni en Play, estoy emocionado y me veo los partidos de eliminatoria con
mucha emoción, claramente porque mi generación no ha visto a Colombia en un
mundial y sólo tenemos las anécdotas de los adultos cuando recuerdan las viejas
glorias del Pibe y su combo. En fin, un ambiente tan expectante como el de
estos momentos es apenas obvio y es magnífico poder compartirlo con todas las
personas sin distinción alguna. Lo no tan magnífico es que el sentimiento de
unos sea utilizado por otros (directa o indirectamente) para
distraer su atención.
No es que sea algo intencionado, pero recordemos que el
mundial no es lo único que se viene el próximo año. También hay elecciones
presidenciales, y la verdad es que el ambiente está un poco intrincado con la baja
favorabilidad de Santos y la férrea oposición tanto por parte de la izquierda
como por parte de la derecha. Está además un proceso de paz que tiene
ilusionados a unos y escépticos a otros; muchos de estos últimos a su vez pregonando que
tal proceso se está usando como campaña de reelección, y que muy probablemente
no habrá culminado para el día en que los ciudadanos deban acudir a las urnas a
votar.
Lo que acabo de mencionar es lo de primera plana, pero
hay muchos más asuntos sucediendo ahora mismo. Entre más informada esté la
ciudadanía, más sólido será el criterio que se formará con respecto a la
política tanto nacional como local, lo que en últimas será reflejado en las
elecciones del próximo año. Hay cuestiones que, en un abrir y cerrar de ojos,
hacen que la credibilidad y la transparencia de los gobiernos quede por el
suelo, y mucho de eso no se muestra con la frecuencia debida ni con la
importancia que merece, y menos de la forma correcta, ¿y cuál es la forma
correcta de informar? La que lo logre clara y concisamente, con datos fehacientes y libres de sucias mañas, esas que tanto abundan en
cualquier asunto de interés público.