“Periodismo
es publicar lo que alguien no quiere que publiques, todo lo demás son
relaciones públicas”. Esta definición, enunciada por George Orwell, resulta
bastante temeraria y, si se quiere, revolucionaria. Sin entrar a disertar
acerca de su validez ni de su aplicabilidad en la práctica profesional (prácticamente
nula para el periodista que quiera vivir tranquilo), quiero referirme hoy al
discutible y controversial papel que juegan los medios de comunicación en los
temas de interés general, más exactamente, los que se presentan en tiempos
electorales.
Con
el argumento de que el periodismo tiene que ser objetivo y describir las cosas
tal como suceden, los medios presentan diariamente una serie de situaciones que
muy pocos espectadores entienden, pero sobre las cuales opinan y debaten como
si tuvieran total claridad. No estudio periodismo pero me doy cuenta que ello
es así porque gran cantidad de las noticias diarias tratan temas judiciales,
temas que sólo podrá entender quien sepa de leyes pero que son presentados sin ninguna
profundidad y con un sensacionalismo que enardece al público y lo hace insultar
y formarse ideas equivocadas de los problemas.
Si
lo jurídico es delicado, imagínense lo político. Nada más hay que ver cómo la
rivalidad en este campo termina pareciéndose mucho a la rivalidad entre equipos
de fútbol o cantantes de vallenato. Muchos de los partidarios de un determinado
político ven a éste como un dios, critican a los que lo contradicen y, lo más
triste, renuncian a la razón para convertirse en predicadores incondicionales
de una ideología y de un modo de actuar que aunque tengan su lado positivo,
pueden también tener uno negativo.
La
política es noticia, claramente, puesto que de no serlo rompería con el
principio de publicidad que debe rodear toda la actividad pública, ¿pero debe
la noticia ser instrumento de la política? Aunque no es lo que se desea, en la
práctica es lo que se da. Siendo ingenuos, podemos decir que los medios caen en
el juego de los políticos al hacer noticia con muchas de sus actuaciones,
dándoles fama a estos; pero siendo escépticos, podemos decir que los medios se
hallan al servicio de los políticos, en lo que termina siendo una guerra de
improperios y calumnias que, paradójicamente, beneficia a estos últimos.
Los
medios de comunicación son el terreno más propicio para la contienda electoral,
los candidatos lo saben y algunos sacan provecho de esto montando una obra de
teatro que fascina a la mayoría y escandaliza a unos pocos. Se trabaja con
números, obviamente, así que no importa cuántos estén hastiados de la política
belicista y revanchista en tanto no sean mayoría. Para su fortuna, la mayoría
sigue distraída y encantada con esta forma de ejercer la democracia.
Ya
ni siquiera se trata de si las afirmaciones hechas por un candidato en contra
de otro son ciertas o no, sino del hecho de que quien afirma no tiene la más
mínima autoridad moral para hacerlo, pero lo hace y la gente lo apoya, así que
en realidad este personaje sí sabe hacer política en su país, no cabe la menor
duda. Señor lector, piense usted un momento como político y dígame, si sus
reprochables actuaciones son apoyadas por un considerable número de ciudadanos
y lo ayudan a usted a mantener su poderío, ¿dejaría usted de realizarlas por el
hecho de que son reprochables? Si su respuesta es un sincero Sí, lo felicito,
pero déjeme decirle que no llegará lejos en la vida pública de nuestro país,
Colombia.
“Usted
no se preocupe por esos votos, más bien póngase a pensar en el próximo
escándalo que le vamos a mostrar a los medios para que tengan material que
pasar”, me imagino que esa es la forma de proceder para quien pretenda llegar a
la Casa de Nariño. Nadie ha dicho que es ético pensar así, pero sí es válido si
se es candidato a la presidencia y se tiene en cuenta que eso a la gente le
gusta. ¿En qué termina siempre la cuestión? En que el problema está en
nosotros. No se trata de echarle la culpa a Caracol, a RCN, a Uribe o a Santos;
ellos están luchando por lo suyo, pero usted ¿aun sigue cayendo incauto o ya se
dio cuenta de que lo que digo es cierto?