miércoles, 11 de junio de 2014

War is Peace, sí señor

Las palabras “Paz” y “Guerra” ya retumban en mis oídos y hasta se aparecen en mis sueños, todo ello gracias a la actual campaña reeleccionista que culminará (Por fin) este domingo. Tienen razón quienes afirman que esta situación es así porque históricamente nos encontramos en un momento crucial (Supuestamente), pero también es cierto que desde que la campaña por la Presidencia inició, la palabra “Paz” se ha prostituido de tal forma que ya nos cuestionamos hasta qué punto es tan cierto todo lo que se piensa sobre ella.

Si me preguntan por el título de este artículo, por mi imagen de encabezado en twitter o por el libro que yo le recomendaría a cualquiera que le guste la literatura y la política, la respuesta será la misma: “1984” de George Orwell. En esta obra, un régimen totalitario gobierna gran parte del mundo y su consigna principal de su partido es “La Guerra es la Paz, la Libertad es Esclavitud, la Ignorancia es la Fuerza”. Quien lea la novela, se hará una idea de cómo funcionaron los más grandes regímenes totalitarios de la historia, a saber, el Nazismo y el Estalinismo.

Sobra decir que en Colombia estamos muy lejos de una situación como la de aquellos días en aquellos territorios, pero en lo que quiero hacer énfasis hoy es en el título de mi reflexión: La guerra es la paz. ¿Por qué el autor se habrá imaginado eso? ¿Por qué lo escribió? ¿No es acaso muy revolucionario? De hecho sí, pero con todo, aunque muchos comunistas hayan tomado como referencia ideológica esta novela, basta darnos cuenta que el panorama ilustrado en ella toma mucho de la Unión Soviética de Iósif Stalin; máximo exponente del comunismo a nivel mundial, para reírnos de estos personajes.

¿Qué pasa entonces? Si el gobernante, si el Gran Hermano de “1984”, junto a todo su aparato estatal, afirma que en el continente todo está muy bien y que la única amenaza está afuera, en aquellos que osan cuestionar su legitimidad, y por ende sólo contra ellos debe dirigirse el repudio ciudadano y el ataque de las fuerzas armadas; tendremos entonces que concluir que ese estado de guerra exterior nos conduce a un estado de paz interior. “Todo está bien aquí, el problema está afuera, en los otros, no nos preocupemos por lo que hacen quienes nos gobiernan, más bien, ataquemos al enemigo”, podría decirse.

Trayendo a contexto lo anterior, es claro que en nuestro país actualmente no estamos en guerra con otros, pero lo que sí existe es una guerra interna entre el Estado y la insurgencia, una insurgencia que a lo largo de las décadas ha perdido toda legitimidad para llegar al nivel del terrorismo más impúdico que se pueda practicar. Sin embargo, el hecho de que esta insurgencia exista, hace que algunos de nuestros caudillos y dirigentes centren sus discursos y su accionar político casi exclusivamente en ella, a tal punto que muchos creen que son el único mal que padecemos.


Sin duda las guerrillas han desangrado el país por varias décadas y son un problema que nos mantiene en el dolor y el atraso, ¿pero será que alguien se ha preguntado por qué surgieron? ¿la desigualdad, la corrupción y la falta de educación tuvieron algo que ver? En efecto han tenido que ver, pero eso no se combate con la misma fuerza con la que se combate a los grupos al margen de la ley, en esos problemas no se centran los gobiernos, pero si son estos los que dieron hace 50 años el origen a un conflicto armado, ¿Qué nos hace pensar que únicamente con el hecho de que se acabe la insurgencia todo va a estar bien? Eso es tan sólo el inicio, pero por algo hay que empezar.